Los seres vivos que proliferan en los ecosistemas submarinos poseen relaciones muy estrechas y vínculos muy delicados, en los que su interdependencia se da desde pequeñas interacciones hasta influencias muy masivas. Los reinos animal y vegetal que subsisten bajo las superficies acuáticas se necesitan mutuamente, y su dependencia es muy importante.
Es así que de esta forma las distintas industrias que obtienen sus productos de los ríos y mares conforman un factor externo que puede llegar a alterar de forma cíclica a todo este ecosistema, dañando sus ciclos naturales con acciones que parecen imperceptibles pero pueden tener consecuencias masivas y catastróficas. Hoy queremos contarte acerca de cómo interactúan las algas marinas con la industria pesquera, y la importancia de promover la ecosustentabilidad en estos rubros.
Algas marinas y biomas pesqueros: un vínculo indisoluble
Comencemos por insistir en algo que nunca está de más repetir: el equilibrio de la vida en nuestro planeta es tan asombroso como precario, y la intervención humana (desde siempre) no hace otra cosa que intervenir y transformar sus ciclos, procesos e interacciones naturales. Cuando quitamos algo de su lugar, su ausencia se nota; cuando añadimos algo a un sitio en que antes no estaba, se producen cambios inesperados.
A grandes rasgos, podemos establecer que la enorme mayoría de las distintas especies de algas marinas que existen en nuestro planeta cumplen roles fundamentales de oxigenación de las aguas (tanto en agua dulce como salada), así como también brindan alimento para especies en la base de las cadenas tróficas alimentarias, y con sus restos y desechos proporcionan elementos para enriquecer los sedimentos y lechos acuáticos en los que ellas mismas se desarrollan.
Unificando ambas líneas de razonamiento, eliminar las algas marinas de un sector ambiental tiene consecuencias directas e inmediatas en todas las especies que dependen de ellas. Y debido al “efecto bola de nieve” (como se lo conoce popularmente) esa ausencia de algas repercute en los siguientes eslabones de la cadena, hasta llegar a las grandes especies de peces y otros animales marítimos que se alimentan en consecuencia. Menos algas, más mortandad de peces, menos pescado para la alimentación humana. Los resultados pueden ser catastróficos.
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¿Dónde comienza el ciclo del caos?
La pregunta de este subtítulo es la interrogante más inmediata y razonable. Dado que este equilibrio es mutuo, no necesariamente debemos pensar que el caos comienza por el hecho de que se eliminen algas, aunque tal problema es cada vez más común debido al calentamiento global y las alteraciones en las temperaturas de las aguas en todo el planeta, así como a la acumulación de microplásticos y otras repercusiones de la contaminación.
Aquí nos interesa en este momento el efecto que la sobrepesca o pesca en exceso tiene sobre los organismos vegetales marinos en general, y sobre las macroalgas y microalgas en particular. Porque así como la desaparición de cualquier especie viviente deja un vacío que no se puede volver a llenar, la superpoblación de una especie también tiene consecuencias nefastas para su ecosistema. Y ambos problemas surgen el uno del otro.
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Por lo tanto, la pesca industrial excesiva e indiscriminada lleva a una sobrepoblación de algas, lo que repercute en cambios de los ecosistemas marinos. A la larga, esto puede tener como consecuencia la sobrepoblación de ciertas especies que se alimentan primariamente de algas marinas, y que al carecer de depredadores (por causa de la pesca de grandes peces que se alimentan de los pequeños) lleva a un desequilibrio que puede terminar en extinciones masivas de otros animales y vegetales acuáticos. Una vez roto ese delicado equilibrio, es virtualmente imposible revertirlo.
Es así que llegamos al final de este artículo, en donde te presentamos las principales influencias que mutuamente se producen entre las algas marinas y las comunidades de peces, con énfasis en los impactos potenciales que la industria pesquera puede tener en este delicado equilibrio. La naturaleza es sabia, como suele decirse, y desde nuestro rol de productores y consumidores masivos debemos procurar proteger la salud de los ecosistemas y promover su utilización sustentable.