Las investigaciones científicas en distintas partes del mundo cada vez nos brindan más y más novedades sobre las incontables propiedades que las algas marinas poseen y que pueden usarse en beneficio de la salud humana. Si bien sus aplicaciones van desde áreas productivas tan específicas como la cosmética y la farmacéutica hasta la producción de biocombustibles y plásticos reciclables, una de sus más antiguas e importantes áreas de acción es la de la nutrición y alimentación, tanto de humanos como de animales.
En este caso, queremos compartir contigo un reciente avance en este aspecto, gracias al cual se ha logrado incorporar a la carne avícola las propiedades esenciales de los aceites Omega-3 presentes en las algas marinas. Sigue leyendo y descubre más sobre esta gran noticia.
Recientemente investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de la Universidad Nacional de Entre Ríos de la República Argentina lograron añadir aceites esenciales de Omega-3 extraído de algas marinas a las carnes comestibles de aves de corral, principalmente pollos. Esto representa un salto de calidad para este producto, que incrementa sus capacidades nutritivas al sumar un ácido graso natural que la carne de aves no produce por sí mismo.
En general las carnes blancas de aves son muy consumidas en el mundo entero y recomendadas por su bajo contenido de grasas, siendo magras pero aportando buenas proteínas. Para lograrlo los investigadores realizaron distintos procedimientos de forma metódica, llegando finalmente a la conclusión de que la llamada “técnica de marinado” era la más efectiva para incorporar esos elementos de las algas marinas a las carnes de aves.
Concretamente, la técnica de marinado se compone de distintos métodos prácticos para incorporar ciertas propiedades de un elemento a otro que carece de ellas (en este caso, hablamos de los oligominerales de las algas marinas en las fibras musculares de la carne de aves). Entre las varias formas de marinado utilizadas en este estudio se contaron la inmersión y la inyección.
Otra consecuencia que esta técnica conlleva en el resultado del tratamiento de las carnes es la de mejorar su terneza y sabor, algo que si bien no era un objetivo primario para los investigadores resulta en un beneficio extra para los consumidores finales. Esto también va de la mano con la creciente demanda de alimentos nutritivos de origen saludable, puesto que los mercados optan cada vez más por las materias primas comestibles que no cuentan con aditivos químicos sintéticos (no naturales).
En esencia, la idea original de los investigadores era lograr la incorporación de los ácidos grasos del Omega-3 a la carne de pollo. La fuente más habitual y consumida en el mundo para obtener estos ácidos grasos suele ser la carne de distintos pescados, un hecho que cuenta con la clara desventaja de que su sabor y su aroma no es el más apreciado por los consumidores. Así fue que los investigadores del INTA optaron por utilizar como fuente a las algas marinas en lugar de pescado, puesto que estas carecen de ese aroma y sabor tan invasivo.
Según Santiago Araujo, investigador especializado en calidad de carnes y nutrición de aves del INTA de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, «Elegimos incorporar los ácidos grasos provenientes, pura y exclusivamente, de algas marinas porque no tienen tan marcado el sabor habitual del pescado», añadiendo también detalles del proceso: «Mezclamos una fibra cítrica natural en polvo con este ácido graso para luego inyectarlo a la carne aviar. Como resultado, obtuvimos una mayor terneza y jugosidad, al tiempo que mejoramos su sabor y calidad final del alimento».
Las algas marinas que se han utilizado principalmente en este proceso investigativo han sido del género Schizochytrium sp, las cuales se cultivan en biorreactores y luego de cosechadas son procesadas mediante tanques de fermentación para maximizar su producción de Ácido Docohexaenoico (DHA), que es el principal componente para incorporar a las carnes avícolas en este estudio. Todo el proceso de producción e integración es completamente biosustentable, limpio, eficiente y renovable.
Por último, los investigadores destacan un listado de las principales ventajas de consumir estos ácidos grasos como el DHA, entre las cuales figuran la posibilidad de prevenir el mal de Alzheimer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, neurológicas y circulatorias, la depresión, la obesidad y las dolencias del sistema inmune.
¿Qué opinas de esta investigación y sus descubrimientos? Sin dudas que los límites de lo que aprendemos cada día sobre las algas marinas y sus propiedades beneficiosas van mucho más allá de la nutrición, y se vuelven una herramienta fundamental para mejorar nuestra calidad de vida y alimentación.
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