Las algas marinas han sido un recurso natural que la humanidad ha explotado desde tiempos inmemoriales, especialmente las que conocemos habitualmente como macroalgas, usadas como alimento o por sus capacidades fertilizantes para los cultivos terrestres. Pero las microalgas y las cianobacterias (términos que de forma habitual pero incorrecta se usan como sinónimos) también han hecho su contribución a la humanidad en distintos sectores, y cada día son más utilizadas.
El cultivo de microalgas ha tenido una evolución exponencial en los últimos años, dado que los métodos tradicionales suelen ser mucho más efectivos y productivos con las macroalgas, y no siempre pueden adaptarse a estas algas microscópicas. Por eso hoy queremos echarle un vistazo a la técnica que revolucionó la producción de microalgas: el denominado cultivo in vitro.
Los viejos métodos históricos de cultivos de microalgas
Simplemente a modo de marco histórico, los registros más antiguos de la existencia de cultivos de microalgas hechos de forma artificial por la mano del hombre tienen más de dos mil años.
En la antigua China ya se cultivaban mediante embalses en los que se reproducían las condiciones de crecimiento de estos vegetales microscópicos. También la cultura azteca tenía ciclos de cultivo y recolección de microalgas en algunos lagos. Básicamente, ambas culturas observaban las condiciones naturales en las que las microalgas se reproducían, y trataban de imitarlas lo mejor posible en ambientes controlados.
Más propiedades, más producción
Con el arribo de la industrialización y el desarrollo científico se fueron descubriendo más propiedades y aplicaciones para las microalgas en distintos sectores productivos: farmacéutica, cosmética, sintetización de sustancias para la industria alimenticia y la gastronomía, medicina y microbiología…
Cada día se descubren nuevas posibilidades, y por lo tanto la demanda crece. Es así que los métodos tradicionales no pueden cubrir tal volumen de producción, y es en ese momento donde la ciencia pone manos a la obra para brindar soluciones.
¿Qué es el método “in vitro”?
Tal vez el término “in vitro” te recuerde a la reproducción artificial de humanos y animales, donde la fecundación de los óvulos se da de forma artificial en tubos de ensayo u otros implementos de laboratorio. De hecho, el término “in vitro” en latín significa “dentro de vidrios”, es decir, en elementos hechos de este material.
Las microalgas en tubos de ensayo: producción y recurso
En el caso de las microalgas, no es muy adecuado pensar que su reproducción se realiza como la de los especímenes animales, ya que su constitución genética es en extremo diferente. Los procesos in vitro para las microalgas consisten esencialmente en el estudio y la manipulación genética de sus estructuras celulares para descubrir y reproducir los genes que las hacen mejores para la industria a la que se destinarán.
En otras palabras, cultivar microalgas in vitro requiere de un delicado y exhaustivo análisis a nivel microscópico de la genética propia de cada tipo de alga que llega al laboratorio para ser reproducida. Al dar con ese elemento particular que se quiere destacar, se procede a su implementación en otros ejemplares, que luego se siembran en recipientes adaptados para ello.
En definitiva, el proceso de cultivo de algas in vitro puede parecer extraído de una película de ciencia ficción sobre clonaciones, pero no deja de ser una práctica muy común en varios cultivos microbiológicos. La ciencia médica se vale de estas prácticas a diario para el análisis de muestras y el desarrollo de medicinas eficaces y eficientes. ¿Por qué no aprovechar ese conocimiento?
Finalizamos así esta reseña sobre el método que llegó para revolucionar la industria del cultivo de microalgas: el cultivo in vitro. La ciencia al servicio de la humanidad y su progreso nos da un nuevo ejemplo.