Las macroalgas y las microalgas, marinas y de río, han formado parte de la alimentación humana desde miles de años atrás, con registros escritos que así lo documentan de forma histórica.
Cuando pensamos en algas comestibles lo más habitual es imaginarnos macroalgas verdes, pardas o rojas utilizadas en distintos platillos, como ingrediente o decoración. Pero las microalgas también tienen su lugar, tal vez más ignorado por la mayoría de los comensales, aunque su producción y utilización va en aumento.
En el día de hoy queremos repasar la evolución histórica que las microalgas han hecho como componente de la alimentación humana, y qué lugar les espera en el futuro.
Antecedentes y orígenes
La mención escrita más antigua que se ha hallado acerca de las microalgas en la alimentación humana data de un poco más de dos mil años atrás, en la antigua China. En zonas costeras cultivaban rústicamente las algas nostoc (que estrictamente hablando son cianobacterias). Estas crecen de forma arracimada y son muy versátiles para complementar platillos a base de arroz, costumbre que hasta hoy se mantiene en el gigante país asiático.
Dando un salto en la historia, durante el proceso de colonización de América los invasores descubrieron que algunos nativos elaboraban unas tortillas a base de microalgas cultivadas en lagunas. Más exactamente, se trataba de los cultivos que los aztecas hacían en el lago Texcoco, en el Valle de México. Esta microalga es la que hoy en día conocemos como spirulina, y que los aztecas llamaban techuitlatl.
En ambos casos, más allá de la fecha datada de los registros escritos, es de suponer que desde tiempos muy anteriores se realizaban ambos cultivos para consumo. Todo cambiaría cuando la Europa industrial se interesara en su producción…
El salto a la industrialización
A mediados del siglo XIX comenzaron a cultivarse en Europa algunas de las macroalgas (gelidium, euchema y gracilarias) de las cuales se extrae el elemento llamado agar, que se utiliza para dar consistencia gelatinosa a varios alimentos y productos químicos. En ese proceso de investigación inicial las microalgas también fueron exploradas, aunque no tuvieron tanta explotación como las especies recién mencionadas y pronto fueron dejadas de lado.
Pasarían unos cien años, hasta la década de 1960, para que las microalgas dieran su mayor salto desde los rústicos cultivos tradicionales a los laboratorios de más alto nivel.
Microalgas: un alimento bajo el microscopio
En el año 1967, luego de años de estudios, la Asociación Internacional de Microbiología Aplicada rompió el esquema al declarar a la microalga spirulina como un potencial “superalimento para el futuro”. La reconocida autoridad de esta organización dio pie para que más investigadores comenzaran a estudiar también a otras especies de microalgas.
Los resultados de sus descubrimientos progresivos están a la vista actualmente para nosotros en forma de complementos alimenticios ricos en aminoácidos esenciales y proteínas, en usos como cultivadores microbiológicos para la investigación de enfermedades y el desarrollo de medicamentos, y en la industria de alimentos procesados.
El futuro de las microalgas
Desde hace más de cincuenta años las microalgas son protagonistas en laboratorios enfocados en distintas áreas de investigación alrededor del planeta. Sus propiedades y formas de cultivo se han refinado y continúan con éxito su camino a convertirse en ese “superalimento” que la Asociación Internacional de Microbiología Aplicada pronosticó en 1967.
De esta manera concluimos este informe sobre el proceso de evolución que las microalgas han vivido como elemento de la alimentación humana, desde sus más rudimentarios inicios hasta lo que les depara el futuro gracias a la innovación científica.