En nuestra búsqueda constante por acercarle a nuestros lectores información de valor sobre las algas marinas y su importancia medioambiental y de producción sustentable nos gusta explorar las distintas especies y variedades que los seres humanos hemos aprendido a aprovechar. Algunas algas son más populares que otras gracias a sus propiedades y rendimiento productivo, y en esta ocasión queremos contarles acerca de una de las más apreciadas por la alguicultura.
Es por ello que hoy vamos a hablarles de la macroalga roja llamada Kappaphycus alvarezii, también conocida como Eucheuma cottonii, o solamente cottonii. Te invitamos a descubrir ese maravilloso vegetal marino y sus bondades.
Kappaphycus alvarezzi: una poderosa alga roja
La macroalga roja que nos convoca en esta ocasión, Kappaphycus alvarezzi, puede considerarse como “prima” de nuestras queridas gracilarias, ya que ambas pertenecen a la clase Florideophyceae, en donde se ubican la gran mayoría de las algas rojas conocidas en la actualidad.
De esta manera, al igual que ocurre con las gracilarias, Kappaphycus alvarezzi tiene un inmenso abanico de usos y aplicaciones. A lo largo y ancho del planeta esta macroalga roja se utiliza en rubros tales como la alimentación de animales marinos y ganado terrestre, la gastronomía humana, la producción de fármacos y cosméticos, la elaboración de fertilizantes para cultivos agrícolas, y la fabricación de biocombustibles y alcoholes.
Más allá de estos increíbles y diversos usos, en la actualidad el mayor volumen de las cosechas de Kappaphycus alvarezzi se vuelca a la elaboración de carragenanos, utilizados por la industria alimenticia como espesantes, colorantes y estabilizantes para golosinas, bebidas, raciones para animales y otros alimentos procesados. También la industria cosmética se lleva una buena porción de esta materia prima para fabricar productos de estética e higiene personal.
Una imponente industria ecosustentable
En la actualidad la producción de macroalgas rojas Kappaphycus alvarezzi alrededor del mundo es una de las más grandes y de mayor crecimiento, junto con la de las gracilarias. Su nivel de demanda para los sectores productivos mencionados anteriormente junto con sus cualidades para el cultivo autosustentable la posicionan como uno de las más fértiles variedades dentro de la alguicultura.
Entre los principales países del mundo en los que el cultivo de esta alga roja ha ganado terreno en las últimas décadas encontramos a Indonesia, Filipinas, Malasia, Tailandia, Sri Lanka, Vietnam, India, Camboya, Myanmar, Zanzíbar, Tanzania, Sudáfrica, Kenia, Mozambique, Madagascar, Cuba, Costa Rica, Brasil, Venezuela, Colombia y, por supuesto, Panamá.
Se estima que la producción anual global de Kappaphycus alvarezzi se aproxima a las 400.000 toneladas de materia prima seca y preprocesada, lo que llega a promediar un valor de mercado internacional que supera los US$ 10 millones (diez millones de dólares americanos), también en bases anuales.
Estas cifras pueden parecernos pequeñas si las consideramos en relación a industrias más reconocidas a nivel global, como pueden serlo los granos o la carne vacuna, pero si se toma en cuenta que se trata de una actividad que puede considerarse novedosa y no tradicional en la mayor parte del planeta, son números más que respetables. Especialmente si recordamos que la industria de la alguicultura se ha consagrado como un valioso recurso para las economías de países emergentes, siendo una fuente de trabajo sin igual para la mejora de la calidad de vida en poblaciones históricamente necesitadas.
Llegamos de este modo al final de nuestro perfil sobre la macroalga roja Kappaphycus alvarezzi, una de las más importantes algas marinas con las que el ser humano ha logrado generar una industria ecológicamente sustentable, con muy numerosas aplicaciones y beneficios para el ambiente y las personas implicadas.